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El maíz: identidad, cultura y soberanía de México

Ramón López Velarde, el "poeta nacional" y orgullosamente zacatecano, nos invitaba a imaginar las bondades de nuestro país en su poema “Suave Patria”, donde acertadamente apuntaba: "...Patria, tu superficie es el maíz...".

Coincido plenamente con el origen y los objetivos de la propuesta presentada por nuestra Presidenta de México, la Dra. Claudia Sheinbaum. La riqueza cultural y alimentaria de México es invaluable, y el maíz es el punto de origen y base en la construcción de nuestra identidad nacional.

Desde tiempos prehispánicos, el maíz ha desempeñado un papel fundamental, al grado de ser venerado en la cosmovisión mesoamericana. Ejemplo de ello es Cintéotl, el dios del maíz, cuya existencia en el acervo histórico es testimonio del reconocimiento ancestral de la diversidad de este grano. Los mexicas concebían dioses que personificaban los distintos tipos de mazorca: blanca, amarilla, roja y negra, reafirmando así la importancia del maíz en la vida cotidiana y espiritual.

Otra herencia significativa de la época prehispánica es el conocimiento agrícola que ha perdurado hasta nuestros días. Gracias a las prácticas de cultivo de temporal y de riego, el campo mexicano ha logrado mantener su productividad a lo largo de los siglos.

Por ello, la reforma constitucional impulsa el camino idóneo para reconocer, no solo la riqueza del campo mexicano, sino también el legado cultural y simbólico de su historia. Nuestro país, literalmente la tierra del maíz, cuenta con la mayor diversidad genética de este grano en todo el mundo. Con orgullo podemos decir que hasta ahora hemos identificado 59 razas de maíz. De ahí la urgencia de proteger y conservar este patrimonio biocultural.

México es clave en la producción mundial de maíz, ya que el grano se cultiva en las 32 entidades federativas, colocándonos entre los diez países con mayor producción a nivel global. La Presidenta de México tiene claro que es necesario reconocer en la Carta Magna al maíz como un elemento de identidad nacional, atendiendo a su historia, su diversidad y la capacidad del campo mexicano.

Un punto crucial de esta reforma es la obligación constitucional del Estado de garantizar que el cultivo de maíz en territorio nacional sea libre de transgénicos. Esta medida es fundamental para proteger la soberanía alimentaria, la economía rural y la cultura de nuestros pueblos originarios, quienes han sido guardianes de la diversidad del maíz desde tiempos inmemoriales.

La Cuarta Transformación ha demostrado su compromiso con el campo y con el fortalecimiento de nuestra seguridad alimentaria. Además de la reforma constitucional en marcha, programas como “Producción para el Bienestar” y “Fertilizantes para el Bienestar” han sido clave en el apoyo a pequeñas y medianas personas productoras, quienes sostienen el 75% de la producción nacional de maíz.

Respaldar esta iniciativa es reconocer la raíz de nuestra identidad. México nació con sus maíces, y protegerlos es honrar a nuestros pueblos y comunidades indígenas, quienes, con su sabiduría y selección cuidadosa, nos han legado una diversidad de formas y usos inigualable.

Estar a favor de este dictamen es proteger nuestra historia. Los maíces nativos han alimentado a nuestra nación por siglos y seguirán nutriendo a las futuras generaciones. Defenderlos es garantizar la soberanía alimentaria y el bienestar del pueblo de México.
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