PEMEX: La reforma energética que marca el rumbo hacia la soberanía
El pasado 18 de marzo, en el marco de la conmemoración de la expropiación petrolera, la Presidenta de México, Dra. Claudia Sheinbaum, promulgó una reforma clave para la transformación de Petróleos Mexicanos (PEMEX). Esta reforma, que adiciona y deroga diversas disposiciones de la Ley de Ingresos sobre Hidrocarburos, representa un paso firme para corregir el daño estructural heredado del modelo neoliberal que asfixió a nuestra empresa estatal durante décadas.
Forma parte del paquete de reformas y nuevas leyes presentado el 5 de febrero por la Presidenta de México, Dra. Claudia Sheinbaum, cuyo objetivo es claro: revertir los efectos devastadores de las políticas privatizadoras impuestas en el pasado. El caso de PEMEX es un ejemplo de cómo el neoliberalismo convirtió la riqueza nacional en un botín para beneficio de unos cuantos, debilitando las capacidades productivas y endeudando a la empresa más importante del país.
No es casualidad que el expresidente Adolfo López Mateos haya advertido en 1960 sobre este riesgo en una carta dirigida al pueblo de México. En ese documento, López Mateos escribió con claridad y visión histórica:
“…pero no se confíen porque en años futuros algunos malos mexicanos identificados con las peores causas del país intentarán por medios sutiles entregar de nuevo el petróleo y nuestros recursos a los inversionistas extranjeros.”
Y, lamentablemente, tuvo razón. El atraco más reciente ocurrió con la mal llamada reforma energética de 2013, impulsada en el marco del Pacto por México., que hoy conocemos como el Pacto contra México.
Esa reforma, diseñada para abrir el sector energético al capital privado extranjero, debilitó deliberadamente a PEMEX. La Ley de Ingresos sobre Hidrocarburos de 2014 estableció un régimen fiscal desventajoso para la empresa estatal, imponiendo una carga tributaria insostenible y condicionando su viabilidad financiera.
Los números son contundentes: durante las administraciones de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, la deuda financiera de PEMEX aumentó en un 91.9%, convirtiéndola en la petrolera más endeudada del mundo. Entre 2013 y 2018, la inversión en exploración y producción cayó un 55%, la perforación de pozos se desplomó en un 87%, y la producción de gasolinas y diésel descendió un 51% y 61%, respectivamente.
El modelo privatizador no solo fue un fracaso: fue un sabotaje deliberado a la autosuficiencia energética de México.
La reforma promulgada por la Presidenta de México marca un cambio de rumbo histórico. Con el establecimiento del Derecho Petrolero para el Bienestar, se transforma el régimen fiscal de PEMEX para hacerlo más eficiente y sostenible. La eliminación del Derecho por la Utilidad Compartida, el Derecho de Extracción de Hidrocarburos y el Derecho de Exploración permitirá que la empresa tenga mayor margen de maniobra financiera, aumentando su rentabilidad y estabilidad operativa.
Además, las modificaciones permitirán a PEMEX diversificar sus operaciones más allá de la exploración y extracción, abriendo nuevas oportunidades y fortaleciendo la autosuficiencia energética. La introducción de conceptos como “área unificada” y “condición base” permitirá una mejor administración de recursos y un fortalecimiento de la transparencia en la operación de los contratos.
Esta reforma no solo busca rescatar a PEMEX, sino garantizar que la riqueza petrolera vuelva a estar al servicio del pueblo de México. La Cuarta Transformación ha sido clara en su postura: el petróleo es del pueblo y debe ser una palanca para el desarrollo nacional, no una fuente de riqueza para intereses privados.
El fortalecimiento de PEMEX es un acto de justicia energética y un paso estratégico para la soberanía nacional.
La historia nos ha demostrado que cuando PEMEX está fuerte, México está fuerte. Esta reforma es el inicio de una nueva etapa para nuestra empresa estatal y para el futuro energético del país.
La recuperación de nuestra soberanía energética no es solo una promesa: es ya una realidad en marcha.